Desde los 17 años he tenido el llamado pastoral, aunque en ese entonces no comprendía su magnitud ni lo que significaba ser un pastor. Crecí en la iglesia, recibiendo valores cristianos de mis abuelos y mi madre, pero fue cuando entendí la importancia de depender de Dios que desarrollé un compromiso y pasión por Él. Recuerdo las palabras de Job: “Sólo de oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven”. Mis prioridades cambiaron tras esa experiencia con Dios. Antes, mi vida estaba enfocada en mis propios deseos, enfrentando luchas y pruebas. Fue al estudiar Electricidad que comprendí la importancia de la luz en la vida del hombre. En medio de dificultades, decidí acercarme más a Dios y buscar su presencia, lo que trajo levantamientos, pero también me mostró que Él tenía otros planes para mí. Dios me sacó de Ponce, Puerto Rico, y me llevó a Jesup, Georgia, donde aprendí a confiar plenamente en Él. Allí nació en mi corazón un anhelo profundo de entregarle mis cargas y temores, viviendo en total dependencia de su voluntad.